En semanas pasadas, he pasado tiempo fotografiando pasajeros de la línea azul del Sistema de Tránsito Metropolitano de San Diego y la gente que pasa a través del Centro de Tránsito de San Ysidro. Las escenas del centro regularmente ocupado reflejan a la gente y la dinámica que forma el vecindario alrededor de la frontera entre Estados Unidos y México.
Al fotografiar, conocí a Michelle Arenas, madre de familia que se encontraba abordando un autobús a Las Vegas junto a sus tres hijos y varios maletines grandes. Era el último tramo de un largo camino a casa después de asistir a una boda en Michoacán. En otra tarde, un ramo de rosas rojas que Emmanuel Alvarado compró para la graduación de preparatoria de su novia llamó mi atención a través de las vías del trolley.
Uno de mis momentos favoritos fue fotografiar a los hermanos Isaac y Ulisses Diaz mientras veían el mundo pasar a través de una ventana de trolley. Ellos iban de paseo con su madre rumbo a Tijuana para comprar un cachorro.
La estación es la parada más al sur de la línea más usada del Sistema de Tránsito Metropolitano de San Diego. Se encuentra en la entrada a Tijuana, uno de los puntos de cruce fronterizos más transitados del mundo, pero se encuentra plagado por un diseño caótico de terminales desarticuladas e intersecciones ajetreadas.
Hace siete años SANDAG, junto con otras agencias, revelaron un plan de expansión de $150 millones de dólares para la estación que no se ha llevado a cabo. Ahora, mi colega de inewsource Jennifer Bowman reporta que SANDAG dice que se convertirá en un “centro de movilidad”, bajo nuevos planes.
Estas fotos capturan las escenas detrás del reportaje de Jennifer, la cual detalla la historia de la estación, las esperanzas y retos para su futuro.













Traducido por Daniel Montano.
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