El Dr. Andrés Gómez examina a la paciente con 4 días de nacida Tessa Abigail Garcia Suárez en el San Ysidro Health Center en San Ysidro. 7 de diciembre de 2021. Su mamá, Nancy Paola Suárez, padeció de COVID-19 en el 2020 y trabaja en un Walmart local. (Zoë Meyers/inewsource)

Ana Melgoza recuerda vívidamente los primeros días de la pandemia en el sur del condado.

“Cuando tú ves quién murió de esto, y también en términos del impacto a las salas de emergencia y cuartos de cuidados intensivos — digo, estuvimos viendo tiempos de espera de como tres días para entrar al hospital”, dijo Melgoza, vicepresidente de asuntos externos en San Ysidro Health. “Estuvimos en un gran tumulto”.

Por qué esto importa

La alta transmisión de COVID-19 eleva el riesgo de los residentes de San Diego de contraer un caso severo del virus — refiriéndose a la posibilidad de hospitalización o la muerte — y el surgimiento de variantes.

South Bay se convirtió rápidamente en la parte impactada más fuertemente del condado de San Diego cuando el COVID-19 cerró escuelas y negocios hace casi dos años. Ahora, South Bay presume las tasas de vacunación más altas de la región y ha servido como modelo para la administración de dosis a poblaciones vulnerables.

Pero eso no ha calmado la transmisión. Mientras que la gran mayoría del condado continúa luchando con altos o sustanciales números de COVID-19, los vecindarios más vulnerables — incluyendo aquellos en South Bay — continúan siendo impactados de manera desproporcionada.

Casi todos los residentes elegibles del código postal 92173 en San Ysidro han recibido al menos una dosis de la vacuna de COVID-19. Sin embargo el área continúa reportando un promedio diario de más de 30 casos por cada 100,000 residentes, el promedio más alto del país.

Otras áreas que fueron catalogadas como vulnerables por funcionarios estatales durante la pandemia tienen los segundos índices más altos del condado: Una combinación de seis códigos postales conformados por comunidades rurales de Jacumba, Campo y Boulevard, junto al código postal 92113 que incluye a Lincoln Park, Logan Heights y Barrio Logan, están reportando alrededor de 23 casos diarios en promedio por cada 100,000 residentes.

Aquellos que han trabajado en los primeros puntos de contagio del condado, dicen que los casos muestran qué los residentes continúan en alto riesgo: trabajadores esenciales, usuarios del transporte público, residentes indocumentados y miembros de hogares multigeneracionales.

“Casi siempre, ellos son personas de color”, dijo Elisa Sobo, profesora y rectora del departamento de antropología en San Diego State University.

“Y en San Diego, por supuesto eso se refiere a la gente hispana”, dijo. “La posibilidad de exposición, sin importar si estás vacunado o no, es mucha, mucha más alta que para alguien que puede trabajar a distancia”.

Mientras que la vacunación claramente juega un papel en mantener a la gente fuera de los hospitales y evitar la infección severa, aún en códigos postales con altos índices de vacunación existen personas en riesgo: residentes inmunodeprimidos, niños que hasta hace poco han contado con acceso a las vacunas, y aquellos que no han recibido ninguna de las dosis.

“Me preocupo por todas esas personas”, dijo Corinne McDanields-Davidson, directora del Institute for Public Health de SDSU. “Encima de eso, también me preocupo porque cuando tienes altas tasas de transmisión, ahí es cuando las variantes pueden surgir”.

Mientras que funcionarios de salud a lo largo de Estados Unidos continúan monitoreando la variante omicron — con el primer caso en San Diego confirmado la semana pasada — los expertos dicen que las respuestas se pueden encontrar en esfuerzos exitosos iniciados en el sur del condado: asociaciones comunitarias ayudaron a impulsar ahí los índices de vacunación, que podrían ser exportadas a las comunidades rurales donde los números de contagio están rezagados aún en medio de la alta transmisión.

Carpas están instaladas para realizar pruebas de COVID-19 afuera de la clínica de San Ysidro del San Ysidro Health Center. 7 de diciembre de 2021.  (Zoë Meyers/inewsource)

Sin embargo, las vacunaciones aún tendrán que ser combinadas con otras intervenciones de salud pública, dijo McDaniels-Davidson, como con edificios bien ventilados y cubrebocas. Citando un incremento del 47% en los índices de infección desde el día de acción de gracias, el estado anunció que los residentes — incluso aquellos completamente vacunados — deben usar cubrebocas de nuevo en todos los lugares cerrados públicos. El mandato está en vigor hasta el 15 de enero.

“Las vacunas son críticas”, dijo McDaniels-Davidson. “Son muy críticas y son muy importantes para detener la enfermedad — refiriéndose a la terrible enfermedad que puede ocurrir después de que alguien se infecta — pero no pueden ser nuestra única estrategia para detener la infección”.

Dónde la transmisión es alta

Mientras las vacunas de COVID-19 se volvieron ampliamente disponibles, el estado desplegó un nuevo plan de equidad en marzo para proveer dosis extras en algunas de las comunidades más vulnerables. En ese tiempo, estas comunidades habían sufrido el 40% de los casos positivos y muertes durante la pandemia.

Los funcionarios citaron su estatus como uno de los accesos a condiciones de salud más pobres en el estado: Cayeron en el 25% más bajo del índice Healthy Places del estado, el cual considera factores como el empleo, nivel de escolaridad, calidad del aire y saturación del hogar, entre otras.

Una docena de códigos postales fueron identificados en San Diego, esparcidos desde vecindarios rurales del condado como Warner Springs y Dulzura hasta áreas altamente pobladas como City Heights y San Ysidro.

Pero hasta el 8 de diciembre, siete de los 12 códigos postales se encontraban experimentando altos índices de transmisión, y otros tres se encontraban en condiciones levemente mejores con índices de transmisión substancial. (Los índices para los dos códigos postales restantes fueron censurados por el condado por su bajo número de casos positivos.)

Solo seis áreas en San Diego estuvieron reportando índices de transmisión moderados: Coronado; Hillcrest; el código postal 92111 en Kearny Mesa, Clairemont y Linda Vista. No hay ninguna parte del condado que esté reportando lo que se puede calificar como índice de transmisión bajo.

McDaniels-Davidson dijo que aún en áreas con los índices de vacunación más altos, mucha gente aún “no tiene mucha opción sobre esas otras cosas que están haciendo”.

“Ellos no tienen opción sobre dónde trabajar o qué tan seguro es su lugar de trabajo, o cuánto público entra en contacto con ellos”, dijo. “Así que cuando hablas acerca de trabajadores con salarios más bajos, ellos no tienen muchas protecciones contra la transmisión”.

Como los expertos y defensores han temido, South Bay y su gran grupo de residentes latinos sufrieron algunos de los peores índices de contagio cuando la alta transmisión se unió con la pobreza y las desigualdades en condiciones de salud preexistentes. Varios meses dentro de la pandemia, un reporte de CalMatters encontró que los niños latinos estaban resultando positivos al virus en índices más altos que otros grupos de niños, con expertos citando condiciones de vivienda más saturadas y contacto cercano con trabajadores esenciales.

La pandemia amplificó una crisis económica que muchas familias de South Bay ya se encontraban experimentando, dijo Melgoza de San Ysidro Health. San Ysidro es uno de los vecindarios más pobres de la región, con un promedio de ingresos 40% menor que el promedio de la ciudad de San Diego.

“Tenemos muchas familias que apenas logran sobrevivir, y hay muchas maneras ingeniosas para salir adelante”, dijo Melgoza. “En términos de salud, mucho de eso puede ser un escenario muy inestable”.

Todo San Ysidro y gran parte de Chula Vista continúan bajo alta transmisión, lo que significa que el promedio diario de casos positivos iguala o supera los 14.3 casos por cada 100,000 habitantes y eso significa que más del 10% de las pruebas de COVID-19 están resultando positivas.

La alta transmisión también está siendo reportada en las áreas rurales del condado, donde la mayoría de los códigos postales del condado están reportando que menos de la mitad de los residentes elegibles han sido vacunados. Eso es sin importar la clara información que muestra que las vacunas son cruciales: Desde marzo, casi 83% de las muertes por COVID-19 en el condado han sido de gente que no estaba completamente vacunada.

McDaniels-Davidson dijo que las comunidades con índices de vacunación más bajos son más propensas a sufrir de “enfermedad severa, alta”. Y a diferencia del sur del condado, otras partes de la región pueden no contar con un sistema fuerte de organizaciones confiables para la divulgación e involucramiento de las vacunas.

“Esos son los lugares donde realmente tenemos que hacer más trabajo, tenemos que tener conversaciones con la gente sobre ser vacunados, para intentar detener la marea”, dijo ella.

Lecciones aprendidas

Hoy, los proveedores de servicios de salud en el condado ya no se encuentran luchando con equipo de protección limitado o acceso a pruebas de COVID-19. Las hospitalizaciones son drásticamente más bajas que hace un año. Tres cuartos de los residentes elegibles están completamente vacunados contra el COVID-19, superando el promedio de vacunación del estado. Los hispanos y latinos, impactados de forma desproporcionada por la pandemia, reportan un índice de vacunación de 73% en el condado.

El Dr. Andrés Gómez examina al paciente Aiden Correa en el San Ysidro Health Center en San Ysidro. 7 de diciembre de 2021. (Zoë Meyers/inewsource)

“Lo que hemos aprendido del COVID es que pensar fuera de los límites, romper las barreras y crear intervenciones que realmente funcionan para las comunidades que se encuentran en la primera línea puede realmente hacer una diferencia”, dijo la supervisora del condado Nora Vargas, quien representa la región sur y asumió el cargo en enero.

El sur del condado se convirtió en un punto de inicio para varias iniciativas exitosas durante la pandemia: Uno de los primeros super-sitios de vacunación fue instalado fuera de la antigua tienda Sears en el centro comercial Chula Vista Center mall. Promotoras, o trabajadoras de salud comunitarias que son de mucha confianza en las comunidades latinas, trabajaron de manera cercana con supermercados locales para hacer las vacunas disponibles sin necesidad de hacer una cita.

Los expertos le dan crédito a las relaciones bien establecidas que las organizaciones comunitarias han tenido con los residentes, algunos de ellos cautelosos de la interacción con funcionarios de gobierno o sin acceso previo a servicios de salud. Un reporte realizado en octubre por CommuniVax, una coalición nacional de educadores y defensores que incluyen a Sobo y McDaniels-Davidson de SDSU, recomendó que otras regiones con altos números de residentes hispanos y latinos sigan los éxitos del sur del condado.

Sobo, la profesora de SDSU, reconoció las diferencias entre las comunidades pero dijo que algunas de las estrategias que funcionaron en el sur del condado pueden ser prestadas a otras partes de San Diego también.

“Si estás hablando acerca de una población que no es hispana, aún así puedes tener el modelo promotora”, dijo ella. “Solo no lo llamarías así. Solo es cuestión de tener personas que estén ahí para proporcionar información, para proveer asistencia y ayudar a que sus preguntas tengan respuesta”.

McDaniels-Davidson admite que el trabajo puede ser más difícil en otras partes del país. “Especialmente en partes rurales del país”, dijo ella. “Tu tienes que descubrir quién es confiable y por qué es confiable. Y después tienes que trabajar a través de ellos”.

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Jennifer Bowman serves as inewsource's Assistant Editor. Before that, she was an investigative reporter focusing on government accountability issues in southern San Diego and Imperial counties. She also used to cover education. She’s happy to be back in her hometown after stints at daily newspapers...